El 24 de abril del año 1998 el obispo Juan José Gerardi publicó un informe que responsabilizaba de 180 mil muertes al ejército. Dos días después lo «rosenberguiaron». Aquella noche Otto Pérez y secuaces no gastaron ni siquiera en municiones: lo mandó a matar a golpes.
La cúpula militar actuó contra Gerardi para proteger la institución que, como todos sabemos, es necesaria para el país pero ha cometido graves pecados contra el pueblo. La mano dura se utilizó para sostener el status quo: con un crimen de Estado se silenció la voz que denunció el genocidio.
Si en aquellos años hubiéramos tenido youtube de seguro el obispo habría hecho una filmación «mi nombre es Juan José Gerardi…» y de seguido el guión habría dicho el nombre del enemigo político del General.
En aquella época también hubo estrategia de convulsión para desinformar. Gerardi fue difamado con una presunta vida secreta homosexual y como víctima de uno de sus maridos. Lo desacreditaron moralmente y lo pusieron en la mira pública como merecedor de su atroz muerte. Obviamente esto fue tanto como ahora para beneficio de los autores intelectuales que se diluyeron entre los escándalos.
Otto Pérez es uno de los hombres más fuertes de Guatemala. Su poder no lo tiene ni siquiera el presidente de la República, que dicho sea de paso es el más débil e inútil que hemos conocido.
Gerardi tuvo justicia parcial con los cuatro culpables. Los Chapintocables rendimos homenaje a los testigos e investigadores que lucharon hasta el final y hoy viven en el exilio para no unirse a la lista de la mano dura.
Si alguna vez el General llega a sentarse en el banquillo de los acusados, con un juicio verdadero (no teatral) y tenemos una condena contundente podremos decirle al mundo que Guatemala tiene Estado de Derecho.
CHAPINTOCABLES 
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